“El paisaje le pertenece a la persona que lo observa.” Ralph Waldo Emerson
Nómadas, hoy hicimos un hermoso recorrido por la laguna y el mar de Cancún en una lancha transparente.
Pero nuestro día no comenzó ahí. Primero Tote, Barb y yo, nos fuimos en búsqueda de dos personas valientes e intrépidas que quisieran seguirnos en una aventura espontánea.
Llegamos a la zona hotelera a las 11 de la mañana. El tour de la lancha ya estaba reservado para la 1 de la tarde, y como el check in era a las 12:30, teníamos una hora para encontrar a alguien que no tuviera nada planeado, o claro, que estuviera dispuesto a cambiar sus planes. Tras ser rechazados cuatro veces, (¡y con toda razón! ¿Por qué confiarías en 3 extraños que llegan a invitarte gratis a un tour!) Barb encontró a una pareja lista para la aventura. Bueno, no tan lista, pero después de hacer algunas preguntas ¡sí se animaron!
Barb les dijo que el único requisito era seguirnos en las redes, y nos llevamos la gran sorpresa de que Laura ¡ya nos seguía! ¡Qué genial! Y José no, pero nos empezó a seguir… Así que ¡yes!
Los subimos a la Totevan (ok, a la camioneta de Tote) y salimos hacia la marina. Llegamos super puntuales (ok un poco temprano, porque todos nuestros rechazos fueron en un lapso de ¡7 minutos!) y la chica de recepción, super atenta nos ayudó con el registro.
Eran las 12:10, así que nos tocó hacer un poco de tiempo. Lo bueno es que al lado hay un oxxo así que fuimos por agua, ¡y! Tote les regaló una playera de bienvenida a nuestros nuevos miembros de la Tribu.
Bueno, llegaron un par de familias más, tanto nacionales como extranjeras, y un poquito antes de la 1, Daniel (nuestro guía) nos formó frente a la lancha. Se presentó con cada uno, nos ayudó a ponernos un chaleco salvavidas, y una etiqueta con nuestro nombre. Después nos quitamos los zapatos y subimos a la lancha. (¡Creo que José y Laura en ese momento se pudieron terminar de relajar, viendo que efectivamente lo que habíamos dicho era verdad!)
La lancha salió desde la laguna Nichupté, una laguna llena de manglares y vegetación con el agua de un color verde intenso. Pensé que a lo mejor nos tocaría ver algún cocodrilo (¡viven muchos en la laguna y es muy común verlos!), pero todo estaba muy tranquilo. Con buena música y una cerveza, la lancha se dirigió hacia el puente Nichupté, o como la mayoría lo conoce: Puente Calinda, en donde se conecta la laguna con el Mar Caribe, y poco a poco el agua fue dejando de ser verde para convertirse en un azul cristalino.
Daniel fue lo máximo, venía explicándonos datos interesantes y haciendo alguno que otro chiste. Vimos un par de tortugas (que el capitán siguió durante un par de minutos), y hasta una escultura que en algún momento perteneció a un barco de entretenimiento en Cancún, pero que el huracán Wilma aventó hacia adentro del mar. El recorrido iba muy lindo, pasando del tono verde fuerte de la laguna a un azul marino y un azul más clarito…. El agua estaba tranquila, con el día soleado y no muchas olas… Cuando de pronto, Daniel nos pidió que cerráramos los ojos.
Menos de un minuto después, los abrimos y estábamos en el “Blanquizal,” ¡qué belleza! El agua era de un azul brillante y podías ver perfecto hacia la arena blanca que yacía en el fondo. (Casi sentíamos que podíamos sentir lo suavecita que estaba). Parecía que estaba muy cerca, pero la profundidad era de ¡6 metros! El Capitán se detuvo un rato, mientras Daniel nos tomaba fotos a todos en la orilla de la lancha. No se me ocurre un mejor escenario para una foto, en verdad es una belleza.
Laura y José ya nos querían, hasta se pusieron la playera de la Tribu 😀
En esta zona, cuando rentas un yate, es muy común que te lleven a nadar ahí, en verdad es espectacular, estaría genial que en este tour hubiera tiempo para echarte un clavado. Casi hasta deseábamos que se volteara la lancha para que accidentalmente nos metiéramos al agua jajaja.
Pero bueno, al terminar la sesión de fotos, (y de apreciación del paisaje), regresamos observando nuevamente los cambios del agua, pasando por todos los tonos de azules del mar, hasta llegar a los tonos de verde de la laguna.
Y finalmente, en el punto en donde te registran (que por cierto tiene aire acondicionado), te enseñan todas tus fotos y videos para cerrar con broche de oro.
Definitivamente hay muchas razones para vivir esta experiencia, pero aquí dejo solo algunas:
- Es un tour muy corto (1.5 horas) así que puedes hacer todo lo que quieras el resto del día.
- La lancha te deja verdaderamente ver todo lo que hay debajo del agua (menos un poquito en la laguna en donde está muy verde)
- Es un tour ¡100% natural con hermosos paisajes! y…
- Es un tour que puedes disfrutar con amigos o familia, ¡se adapta a cualquier plan!
¡Así que nómadas, cuando vengan a Cancún, no se pierdan esta hermosa experiencia!