Hola nómadas, esta vez les voy a contar sobre una gran experiencia que tuvo la tribu. Aunque algunos nómadas se quedaron a cuidar el fuerte, algunos de nosotros cruzamos las aguas del mar Caribe para visitar por primera vez un hermoso, aunque controvertido país.
Día 1
La aventura inició el lunes, cuando la transportación de Enjoy Travel nos recogió a las 9 de la mañana para llevarnos al aeropuerto. Viajamos Tote, Cam, Barbie, Rafa, Majo y yo. De hecho, fue la primera vez que viajamos tantos de la tribu, ¡y vaya que fue toda una experiencia!
Para viajar a Cuba, no necesitábamos más que el pasaporte y una visa que adquieres en el aeropuerto ($500 pesos mx). De hecho, viajar a Cuba desde Cancún es lo más fácil, y ni siquiera te sellan el pasaporte porque lo único que llenan es la visa, así que es como si nunca hubieras salido del país, cero complicación. El vuelo (Magnicharters) estuvo perfecto. Duró solo una hora (iba lleno por cierto), y el servicio fue excelente. Al llegar a la Habana, nos recibieron con una deliciosa cerveza cubana, en un clima muy similar al de Cancún, y no pasó mucho tiempo antes de que la camioneta de Enjoy Travel nos recogiera para empezar la experiencia.
Recorrimos entre 30 y 40 minutos de carretera y calles tropicales, viendo con asombro alguno que otro coche clásico (de colores hermosos), y haciéndole mil preguntas al conductor. ¡Queríamos saber todo! Cómo vive la gente, lo que acostumbran, y bueno, el paciente conductor contestó todas nuestras preguntas lo mejor que pudo.
Como la camioneta no podía llegar hasta el hotel, nos dejó un poco antes y por primera vez caminamos entre las estrechas calles cubanas. Todos llevábamos puesta la playera de la tribu, y alguno que otro volteaba con curiosidad intentando descifrar de dónde habíamos salido. De pronto llegamos a la esquina en donde encontramos nuestro hotel: Palacio Cueto.
Quedamos impresionados. Esa perfecta fachada colonial anunciaba un interior lujoso y acogedor que no decepcionó. Desde el señor que abrió la puerta del hotel, hasta el personal de recepción, y realmente todo aquél con el que nos cruzábamos, eran tan serviciales y tan amables, que nuestra cultura mexicana de alegría y servicio se quedaba corta. Llevábamos muy poco tiempo en Cuba, pero ya nos estábamos enamorando de la gente y del lugar.
Subimos a nuestras habitaciones a desempacar. Amplias, frescas, con todas las comodidades. Dejamos nuestras cosas y salimos a conocer. El hotel estaba en una esquina de la plaza vieja, que era como un zocalito con algunos restaurantes, y del otro lado una escuela primaria. A lo lejos vimos el Capitolio, y automáticamente empezamos a caminar en esa dirección.
Aunque era una parte turística, se sentía la vibra local, y hasta ese punto no habíamos visto mucho turista. Sin preguntarle a nadie la mejor ruta, elegimos una que quizá no habría sido la más fotogénica, pero se sentía muy real. No quiero decir que las partes hermosas no lo sean, pero en lo personal, pienso que cuando visitas otro país, tienes que ver ambos lados (la parte bonita y la que está menos mantenida) para poder entender mejor a una cultura, o simplemente tener una experiencia más completa. Estas calles no eran la parte bonita, y me recordaban a ciertas zonas de la ciudad de México que están así, descuidadas. Grafiti, fachadas viejas y despintadas, perros y gatos con hambre, incluso un local abandonado, perfecto para grabar una película de terror. Pero honestamente el camino fue muy corto, y había tanta gente en las calles que yo jamás me sentí insegura.
Un dato curioso, es que no hay tiendas. Si quieres agua, papitas, galletas, lo que sea, será mejor que te lleves unas desde casa, porque no vas a encontrar en ningún lugar. Aprendimos a la mala, deshidratados y al borde de la desesperación. Bueno, estoy exagerando, (aunque sí diré que algunos nómadas estaban al borde ¡jaja!) En fin. Sacamos fotos muy lindas frente al Capitolio:
Y de regreso paramos en un restaurante a comer: ropa vieja, moros y cristianos, y por supuesto, ¡mojitos! Los que han leído de mis otras experiencias en el blog saben que no soy la mejor cuando se trata de hablar de comida. (De hecho, mi comida del viaje consistió en arroz y pan con queso) (muy rico). Pero los demás sí probaron varios platillos, entre comida típica y alguno que otro marisco. Claro que es difícil acostumbrarse de repente a la comida de otro país, así que la comida no fue uno de los highlights, pero sí tenían fruta, pan, arroz, frijoles, y animales (pollo, pescado, vaca, etc, etc), y de acuerdo a los otros nómadas, la sopa y los postres eran su especialidad.
Después de comer regresamos al hotel a trabajar y a descansar. Otro dato, es que el internet funciona en el hotel, (solo en el hotel) pero son recargas de dos horas, y solo un dispositivo por habitación, así que o conectábamos el teléfono o la computadora. La señal es buena, pero tiene muchas páginas restringidas. Se imaginarán a mis acompañantes sin TikTok.
Barb, Majo y Rafa se pusieron a contactar a sus clientes, (si tú que estás leyendo estabas siendo “ignorado” por uno de ellos, no era a propósito, ¡sufrimos con la señal!), Cam y Tote respondiendo conversaciones en las redes, y yo peleando con nuestra página oficial, que también estaba restringida; pero bueno, nos fuimos a dormir y al día siguiente nos levantamos temprano para desayunar.
Día 2
El desayuno del hotel es buffet, pero como no había muchos huéspedes ese día, nos llevaron algunos platillos a la mesa. (Fruta, pan, huevos… bueno, un desayuno normal). Y a las 9:30 nos recogieron para llevarnos al recorrido panorámico en autos antiguos.
Ese tour fue mi favorito en Cuba. Pasamos por el Capitolio, esta vez con guía, jajá, (esta es una de las construcciones más emblemáticas de Cuba, de hecho fue declarada monumento nacional en 2010), fue construido en 1929, y en su momento su cúpula fue una de las más altas del mundo. El Parque Central, que se terminó de construir cuando tiraron las murallas que rodeaban la ciudad. Alrededor del parque está el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, el Hotel Inglaterra, Hotel Telégrafo, Hotel Parque Central, la Manzana de Gómez, el Hotel Plaza y el Museo Nacional de Bellas Artes. También recorrimos el Museo de la Revolución, que es el antiguo Palacio Presidencial, el malecón habanero, que tiene un muro de ¡8 kilómetros! Y claro, es una de las avenidas más famosas de Cuba, la Calle G, Universidad de la Habana (fundada en 1719) y la Plaza de la Revolución, una de las más grandes del mundo, con 72 mil m2.
Cuando terminó el recorrido nos dejaron en la Habana vieja para empezar el tour a pie de las 4 Plazas.
Este tour está súper interesante. Empiezas con la plaza de Armas, muy cerca de la bahía. Esta fue la primera en construirse, y como su nombre lo indica, es de carácter militar. Después está la Plaza de San Francisco de Asís, (también le dicen plaza de las palomas). Su función era comercial, desde ahí se abastecían de agua los barcos, aunque ahí mismo está la Iglesia de San Francisco de Asís. Sigue la Plaza Vieja, que fue construida con carácter social, y lo sigue siendo, con restaurantes, bares y buen ambiente. Y la cuarta y última, la Plaza de la Catedral, de carácter religioso, que está un poco más escondida, y tienes que caminar un ratito para llegar, pero es toda una belleza con su estilo barroco cubano.
Después el guía nos llevó a un restaurante (que tenía pizza dulce) y regresamos al hotel a descansar una hora antes de que pasara el transporte para llevarnos al tianguis turístico.
Ahora sí, nos pusimos nuestra playera de la Tribu, y estábamos listos para trabajar. Se suponía que visitaríamos el tianguis en compañía de Enjoy Travel pero por un pequeño error de comunicación llegamos tarde, y no solo eso, nos faltó un registro al parecer.
Nuestra ida al tianguis consistió en 4 cosas:
1. Intentar entrar
2. Ser dirigidos a la otra entrada
3. Caminar una larga subida a la otra entrada
4. Ser rechazados por segunda vez
Aunque siendo honesta, entre el punto 3 y 4, un amable señor me acompañó al interior para demostrar que ya no había nadie en el área en donde teníamos que estar. Seguí al señor (prácticamente corriendo) por una explanada en donde había un escenario con una cantante, y un par de personas bailando. Seguimos hacia un túnel en donde a ambos lados había habitaciones con letreros de empresas, todos estaban vacíos y con las luces apagadas. Confirmado, no había nada qué hacer.
Tras el fracaso del tianguis decidimos regresar a descansar antes de ir a cenar. Esa noche teníamos la cena en La Divina Pastora (que está muy cerca del tianguis turístico y en donde dicen que es hermoso y tiene la mejor vista), y después el show del Parisién.
Al final, cenamos en Yarini que no solo está bien lindo, el servicio una vez más fue excelente, y de ahí nos fuimos al Cabaret Parisién en el Hotel Nacional de Cuba, para ver el espectáculo “Habana de fiesta.”
Este show estuvo genial, muy “Carnavalesco.” Me encantaron los bailes, los vestuarios, los artistas y hasta el cómico que salió a la mitad del show a entretenernos y sacarnos algunas carcajadas. Rafa fue uno de los seleccionados para pasar al escenario, en donde este cómico organizaba una orquesta. 4 valientes turistas subieron con toda la actitud para darnos un show, y no decepcionó. Rafa tocó la pandereta, otro tocó las maracas, uno un tambor y a otro pobre le tocó una peluca para ser la bailarina. El resultado fue este:
¡Fue un gran final para un excelente día!
A las 12:30, completamente exhaustos, regresamos al hotel.
Día 3
¡Ahora sí nos tocó el buffet!
A las 9 nos recogieron para ir al Museo del Ron, en donde nos explicaron el proceso con un video corto, un recorrido por las máquinas, aparatos y herramientas, y hasta una maqueta de un pueblito con un trenecito de demostración.
Es una visita rápida, y termina con una degustación, (no importa que sean las 10 de la mañana y no hayas desayunado, tienes que probarlo).
Después hicimos la excursión del Habano. Visitamos una fábrica en donde nos mostraron cómo los hacen. En un área están los estudiantes, y en la otra están los torcedores, (así se les conoce a los artesanos que hacen los habanos cubanos), hasta atrás se sientan los de menor experiencia y conforme llegan al frente, están los torcedores profesionales que pueden elaborar cualquier marca y de manera perfecta.
Después de observar un poco el (complicado) proceso para hacer un puro, nos llevaron a una Casa del Habano en donde hicimos nuestra primera degustación. ¡Mi segunda actividad favorita en Cuba!
Ok, las marcas globales de habanos en Cuba son:
– Partagás (fuerte)
– Cohiba (medio fuerte / fuerte)
– Montecristo (medio fuerte / fuerte)
– Romeo y Julieta (medio / medio fuerte)
– H. Upmann (suave a medio)
– Hoyo de Monterrey (suave)
Estos se pueden comprar en las Casas del Habano, que son los sitios oficiales en donde te venderán puros de calidad.
Si es tu primera vez probando puro, te recomiendo que empieces por el Hoyo de Monterrey, que de estos, es el más ligero. De cualquier forma, en esta actividad te explican todo y te hacen unas combinaciones maravillosas con Ron, chocolate, y café. Lo que llaman el maridaje o la combinación. Con un puro fuerte, quieres un expreso por ejemplo, o un ron derecho; y con un puro ligero, puedes tomar un coctel, un café ligero o hasta un té. Y créanme nómadas, el sabor de la bebida cambia cuando le diste una fumada al puro. Bueno, definitivamente es algo que se tiene que hacer en Habana.
Salimos de la Casa del Habano y caminamos a la van que nos esperaba para llevarnos al aeropuerto (en donde continuamos la segunda parte del viaje), pero nos encontramos a una viejita cantando: “primero Cuba y después el extranjero,” nos íbamos a tomar una foto con nuestro guía y la viejita se quedó ahí, así que ahora la recordaremos siempre.